Colapso de la biodiversidad.

Diversos factores como las variaciones climáticas y las actividades humanas propician la degradación de las tierras.

Fomentar la conciencia pública sobre la degradación del suelo que afecta a 1,500 millones de personas a nivel mundial es el principal propósito del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, conmemoración proclamada en 1994 mediante la resolución 49/115 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, para recordarla cada 17 de junio a partir de 1995.

Aunque las condiciones de degradación del suelo afectan al 74% de los pobres (42% de los muy pobres y el 32% de los moderadamente pobres), y por lo mismo se impulsó la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación en los países afectados, ya sea por graves sequías, por desertificación, o por ambas, particularmente en África, el asunto de la sequía es de suma importancia para las mujeres.

Son ellas las que tienen un interés vital en la salud de la tierra, pero a menudo no la controlan. En todas las partes del mundo enfrentan importantes obstáculos a la hora de garantizar sus derechos sobre la tierra, lo que limita su capacidad para prosperar. En muchas regiones siguen sometidas a leyes y prácticas discriminatorias que impiden su derecho a heredar, así como su acceso a servicios y recursos y, cuando la tierra se degrada y el agua escasea, son ellas las más afectadas.

Por eso este año, el tema del Día Internacional de Lucha contra la Desertificación se dedica a este sector de la población mundial: “Mujer. Sus tierras. Sus derechos“, que hace especial hincapié en la idea de que invertir en la igualdad en el acceso de las mujeres a la tierra y a los bienes asociados es una inversión directa en su futuro y en el futuro de la humanidad.

Es fundamental conocer los riesgos de la sequía y la escasez de agua en las tierras secas y en otras partes del planeta, y subrayar la importancia de mantener suelos saludables. Además, hemos de saber que todos somos responsables de la conservación y del uso sostenible del agua y de la tierra, y que existen soluciones a los graves problemas de escasez de recursos naturales y la degradación de las tierras, siempre y cuando actuemos.

Diversos factores como las variaciones climáticas y las actividades humanas propician la degradación de las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas en todo el planeta, con graves consecuencias para la seguridad de los ecosistemas, la erradicación de la pobreza, la estabilidad socioeconómica y el desarrollo sostenible de los pueblos.

La tierra sobre la cual caminamos es un elemento imprescindible para la vida. Nos aporta alimentos, materiales para construir nuestras casas, fibras para vestirnos. Por lo mismo, la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible ubica el tema de la tierra como de relevancia capital y busca neutralizar esa degradación, porque el suelo nos aporta esos recursos.

Por lo mismo la sequía, que representa un cambio o anomalía del clima que ocurre cuando los niveles del agua están muy por debajo de lo que corresponde en un área geográfica determinada, genera gran preocupación en todo el mundo porque afecta considerablemente a todas las especies que crecen y se desarrollan, y la principal causa de este fenómeno es la ausencia de precipitaciones pluviales.

Durante los periodos prolongados de tiempo seco causado por la falta de lluvia se produce escasez e incluso desabastecimiento de agua y en consecuencia problemas de salud pública.

Por eso las sequías se ubican entre las mayores amenazas para el desarrollo sostenible, especialmente en los países en desarrollo, aunque cada vez son más las naciones ricas afectadas. De hecho, las previsiones estiman que para 2050 las sequías afecten a más de las tres cuartas partes de la población mundial.

Este fenómeno crece año con año pues el número y la duración de las sequías han aumentado un 29% desde el año 2000 y, a la fecha, más de 2,300 millones de personas sufren problemas por la escasez de agua.

Se calcula que este 2023, unos 700 millones de personas se encontrarán en riesgo de desplazamiento por causas relacionadas con las sequías. Esto refleja que la humanidad se encuentra en un punto de inflexión respecto de las sequías y la desertificación, por lo que gestionar ambos fenómenos es de crucial importancia para todos y todas.